
Seguimos con el post del viernes pasado, en esta ocasión nos centramos en los contenidos, la comunicación y la interacción.
El principal tipo de contenidos que
ofrecen los MOOC, y en los que se basan, son vídeos de corta duración que se
suelen centrar en un concepto concreto, sin superar los 10 minutos de duración,
con una media de 5 minutos, para asegurarse la atención del estudiante. Aunque
hay infinidad de formatos, apostando por la imaginación del equipo docente,
estos vídeos generalmente suelen estar formados por una presentación o captura
de pantalla de lo que se va a explicar, ocupando prácticamente toda la pantalla
y la grabación del docente que explica el contenido, apareciendo en un lado u
otra posición con menos protagonismo. También hay otros formatos en
los que solo aparece una voz locutando sin imagen del docente.

Muchos MOOC complementan los vídeos con
texto adicional dentro de la sección en la que se incluye. Este texto puede
estar formado también por enlaces, ejemplos, ejercicios.
También se suele ofrecer documentación
adicional para que el estudiante se descargue, ya sean las presentaciones o
libros utilizados como otro tipo de información de interés.
Finalmente también hay plataformas que
ofrecen otro tipo de contenidos multimedia, como puedan ser pequeñas applets
con simulaciones o incluso juegos relacionados con la temática; incluso
software para descargar, normalmente necesario para el curso o que sirve de
refuerzo.
Comunicación e interacción
El segundo elemento clave dentro de cualquier
MOOC es la comunicación, especialmente entre estudiantes, no solo en aquellos
con carácter más conectivista como los cMOOC donde toma protagonismo las
interacciones entre los estudiantes y con el material generado, sino también en
los xMOOC donde será imprescindible para el funcionamiento óptimo que los
participantes se comuniquen entre ellos y colaboren dada la masividad, hecho
que dificulta e imposibilita en la mayoría de los casos una tutorización activa
por parte de docentes.
Existen diferentes medios y espacios
donde se potenciará esta colaboración eminentemente social, en la mayoría de
las plataformas se basará en foros incluidos dentro del propio curso, aunque es
habitual reforzar o incluso derivar a plataformas de redes sociales externas estas
funciones; plataformas que están especialmente diseñadas para fomentar la
interacción y facilitar la dinamización también del curso por parte de
docentes.
Evaluación
La masividad de los MOOC y el hecho de
ofrecer una certificación final (de mayor o menor valor) hacen necesario que las
plataformas provean métodos para evaluar a los participantes de alguna manera,
dando lugar a evidencias que certifiquen y validen las competencias adquiridas.
Las soluciones tradicionales de evaluación en entornos físicos, como aulas, no
podrán ser aplicadas, dado el propio espacio virtual y el elevado número de
estudiantes que haría imposible a un reducido equipo evaluarles. Por lo tanto
será necesario optar por soluciones basadas en dichos entornos online que no
requieran de la participación del docente o equipo docente.
Según Domínguez Figaredo y Gil Jaurena (2011) existen
dos métodos básicos para valorar el nivel de los aprendizajes obtenidos en un
curso abierto y validar su consecución:
- Evaluación “por pares de
iguales” (P2P): Las características de esta evaluación se conjugan
perfectamente con la esencia de los MOOC. Este tipo de evaluación es: - Abierta: Serán los
participantes los que evalúen el trabajo de los compañeros, ya que es accesible
para todos. - Participativa: Se realizará
en función no sólo del material y de la información que los facilitadores
propongan, sino de las aportaciones del resto de compañeros. - Distribuida: En este curso,
los blogs personales es donde aparece la mayor parte del contenido que elaboran
los participantes. Asimismo, también es posible aportar nuevas evidencias de
aprendizaje generadas en otros contextos más allá de las prácticas del curso. - Evaluación de expertos: El
“conocimiento experto” permite compilar las valoraciones P2P y obtener una
evaluación final, fruto de la colaboración entre participantes y facilitadores
expertos.
En ambos casos
la idea es semejante, variando quién es el corrector, lo más habitual es que
sea otro compañero del curso. El funcionamiento suele ser muy parecido en la
mayoría de las plataformas, requiriendo al estudiante enviar su tarea y
posteriormente enviándole la tarea de un número predefinido por el docente de
tareas a corregir, basándose en rúbricas que ofrece el docente y que servirán
de guías para puntuar los trabajos de sus compañeros.
A estos métodos
se puede añadir sistemas automatizados de evaluación a través de cuestionarios,
que gracias a la tecnología permiten que el sistema devuelva los resultados
obtenidos por el estudiante de manera instantánea y sin necesidad de una
corrección manual del equipo docente. Según la plataformas el docente contará
con más o menos formatos de preguntas.
Extraído y más información en mi tesis:
Bibliografía:
Domínguez
Figaredo, D. y Gil Jaurena, I. (2011). Acreditación de aprendizajes en escenarios formativos abiertos:
Aproximación conceptual al modelo de los’ badges’. In XII Congreso
Internacional de Teoría de la Educación.