
El aprendizaje formal, con un amplio
bagaje dentro de la formación tradicional, tiene múltiples formas de validar y
de evaluar, siendo un aspecto especialmente estudiado, pero cuando se habla de
otras modalidades de aprendizaje es cuando aparecen grandes lagunas a la hora
de cómo validar dicho aprendizaje, ligándose estrechamente a los métodos
propios de la educación más formal. Será frecuente asociar la validación de nuevas formas de aprendizaje al
grado de finalización del programa educativo, cuyo éxito llevará a la obtención
de un certificado o diploma. Siendo en la mayoría de los casos esta validación
el propio producto final del proceso educativo. Este tipo de validación suele
incluir procesos previos de evaluación en muchos casos reglados y legislados (Colardyn y Bjornavold, 2004).
Otras formas de validación, más propias de
aprendizajes no formales o informales, tienen sus propias reglas con independencia
de autoridades públicas o instituciones, sin buscar necesariamente una
validación propiamente formal. Y en muchos casos tienen sus propios métodos
para asegurar la calidad incluyendo equipos internaciones o cuerpos
especializados en acreditación que auditen el proceso, “en este sentido las
validaciones serán autónomas” (Colardyn y Bjornavold, 2004).
La evaluación tiene dos funciones que pueden
coexistir, una formativa, con un enfoque educativo y en el procedimiento de
entrenamiento y otra acumulativa enfocada
en los resultados alcanzados.
A su vez será importante recolectar evidencias que
demuestren que se ha generado un aprendizaje, existiendo diferentes métodos
para recolectarlas. Estos métodos se pueden dividir en cinco categorías (Colardyn
y Bjornavold, 2004):
- Examinación: los candidatos
resuelven preguntas sobre la temática estudiada, el docente es quien evalúa - Aseveración: los candidatos declaran
y justifican que son capaces de realizar aquello que han aprendido a lo largo
del programa educativo, dando el resultado un jurado - Observación: siguiendo una serie de
reglas y métodos, el evaluador observa cómo los candidatos desarrollan las
competencias adquiridas juzgando sus resultados. La observación directa de
competencias se utiliza por ejemplo para evaluar una situación práctica en el
trabajo - Simulaciones: los candidatos se
sitúan en un espacio (físico o virtual) que representa las mismas
características que una situación real de trabajo, de tal manera que tengan que
demostrar las competencias adquiridas para superar dicha situación - Evidencias extraídas del
trabajo u otras situaciones: los candidatos deberán recolectar las evidencias
de destrezas y competencias en una situación real de trabajo
Finalmente será muy importante documentar estas
evidencias educativas, como el chequeo de competencias, donde centros de
evaluación ayudarán al candidato a través de una autoevaluación a detectar
aquel conocimiento, competencias y aptitudes relacionadas con su trabajo, vida,
formación, etc.; otro tipo de documentación serán los portafolios que
recolectarán las evidencias obtenidos pudiendo incluso certificarse de manera formal; otra manera será
directamente la certificación de competencias, separando formación y evaluación,
pues está segunda se llevará a cabo por terceros independientes a la parte de
la formación (Colardyn y Bjornavold, 2004).
Extraído y más información en mi tesis:
Bibliografía
Colardyn,
D., y Bjornavold, J. (2004). Validation of formal, non‐formal and informal learning: Policy and practices in EU member states1. European
journal of education, 39(1), 69-89.